Star Wars ha seducido a millones de espectadores
A los devotos de La guerra de las galaxias, con todo su despliegue de secuelas y precuelas, quizás sólo les provoque un pellizco muy efímero de pesar la noticia de que George Lucas se desentiende del cine comercial para dedicarse a experimentos minoritarios. La saga belicosa de las estrellas ha sido y sigue siendo para millones de espectadores una religión que pervivirá a salvo de las ventoleras que le den a su creador. Ese territorio explosivo en el que se desboca la imaginación y cristalizan los sueños más audaces y aguerridos no se va a resquebrajar ni marchitar, en la memoria y demás musculatura mental y emocional de sus fervorosos incondicionales, por mucho que quien lo inventó se descuelgue de sus criaturas eufóricas, de sus aventuras fabulosas, de sus máquinas cósmicas, de toda aquella inocencia futurista y supersónica que inauguró en 1977 la primera entrega de la serie. Lucas había pasado de la delicadeza nostálgica de American Graffiti a la barroca ficción cientí