Star Wars ha seducido a millones de espectadores
A los devotos de La guerra de las galaxias, con todo su despliegue de secuelas y precuelas, quizás sólo les provoque un pellizco muy efímero de pesar la noticia de que George Lucas se desentiende del cine comercial para dedicarse a experimentos minoritarios.
La saga belicosa de las estrellas ha sido y sigue siendo para millones de espectadores una religión que pervivirá a salvo de las ventoleras que le den a su creador.

Lucas había pasado de la delicadeza nostálgica de American Graffiti a la barroca ficción científica de sus guerras galácticas, y en tan vertiginoso trance no perdió ni una gota de su añoranza del paraíso.
La despedida inmadura y vacilante de un grupo de adolescentes de la América de los 60, la última noche de su primera juventud, se convierte, en el primero de los títulos de la saga de las galaxias, en un en nuevo mundo en suntuosa plenitud que tiene todos los ingredientes del paraíso original: espacio mítico, narración épica, personajes sin pasado, imaginería deslumbrante pero desligada de todo lo conocido hasta entonces.
Millones de espectadores se encontraron seducidos para siempre por un relato vinculado con extraordinaria elocuencia, aunque sin referencias obvias, a las grandes narraciones inaugurales de las religiones de todos los tiempos. La obra de Lucas creaba un mundo nuevo, sí, pero ligado por fuertes ataduras internas a esos textos clásicos que nos remiten al misterio de nuestros orígenes.
Por eso no es posible repudiarlo ni olvidarlo. Ni siquiera la fuga de George Lucas lo conseguirá.
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