A favor de la eutanasia

Giovanni Nuvoli ha sido el primer paciente en Italia que ha llevado a cabo un suicidio controlado por autoridades judiciales y sanitarias. 

Este antiguo árbitro de fútbol y representante de comercio falleció el pasado lunes en la ciudad de Alguer, en Cerdeña, a los 53 años, debido a las consecuencias de una huelga de hambre y sed que había empezado una semana antes.

Nuvoli padecía una esclerosis lateral amiotrófica que le obligaba a estar en cama, al tener paralizados brazos y piernas, así como sus músculos de deglución. Un aparato de respiración artificial le mantenía con vida y sólo podía hablar a través de un sintetizador vocal, con el que en el pasado mes de abril, al regresar a su casa, en Alguer, tras permanecer hospitalizado 14 meses, había expresado su deseo de «morir sin sufrimiento».

En Italia, la legislación no permite explícitamente la eutanasia, por lo que, el pasado 11 de julio, la Fiscalía de Sassari ordenó que se impidiese el acceso a la casa de Nuvoli de un anestesista, quien, a petición del propio enfermo, tenía planeado provocar su muerte. 

La Policía judicial (Carabinieri) logró evitar que se volviese a producir lo ocurrido el pasado diciembre en Roma, cuando otro paciente inmovilizado, Piergiorgio Welby, consiguió acabar con su propia vida al lograr que su médico personal desactivase la respiración artificial. En estas últimas dos semanas la casa de Nuvoli estuvo sometida a vigilancia policial.

Pero Nuvoli no desistió. Así, se planteó hacerse llevar de nuevo a un hospital en una ambulancia, y, luego, negarse a bajar del vehículo, hasta que se descargase la batería de su aparato de respiración. Finalmente, Nuvoli se abstuvo de poner en marcha esta idea, al temer que no se le permitiese llevarla a cabo. 

Sin embargo, el pasado 15 de julio, el paciente reiteró a las autoridades judiciales y sanitarias su voluntad de fallecer, y enseguida empezó a rechazar cualquier forma de alimentación e hidratación.

Esta huelga fue la definitiva porque nadie, prácticamente, se opuso al deseo del enfermo, ni se buscó forma alguna de alimentación u hospitalización coercitiva. Además, el día 23 de julio, unas horas antes de la muerte de Nuvoli, un juez de audiencia preliminar en Roma absolvió al anestesista que había provocado la muerte de Welby. 

El magistrado consideró que la actuación del médico no había constituido un delito, sino el cumplimiento del deber de satisfacer la voluntad de un paciente.

Por primera vez, una decisión judicial reconoció la legalidad de la eutanasia cuando ésta sea solicitada por la propia víctima. La fiscal, al pedir la absolución del anestesista, afirmó que el derecho del paciente a rechazar un tratamiento está basado en la Constitución italiana, así como en convenios internacionales y en el código transalpino de deontología médica.

La Fiscalía de Sassari no intervino para detener la agonía de Nuvoli. Pese a ello, nadie se atrevió a desactivar la respiración artificial hasta tres horas después del fallecimiento. Las últimas horas del paciente fueron grabadas, por lo que el fiscal no solicitó la autopsia del cadáver. 

La Iglesia católica, que se había negado a oficiar el funeral de Welby, aceptó celebrar las exequias de Nuvoli, quien finalmente descansará en un cementerio de Alguer llevando un traje y guantes blancos, como solía hacer en la procesión de Semana Santa.

Giovanni Nuvoli, activista pro eutanasia, nació en 1953 en Alguer (Cerdeña, Italia) donde falleció el 23 de julio de 2007.

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