Adaptándose a la crisis

A sus 62 años, Rafael Álvarez El Brujo regresa, «en el momento más maduro y fertil» de su carrera profesional, al Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida por cuarta vez para adaptar, dirigir y protagonizar en solitario La Odisea de Homero: la historia universal del mítico viaje de Ulises. 

El montaje, donde el actor cordobés se vuelve a meter en la piel de un antiguo juglar con constantes guiños a la actualidad aderezada con grandes dosis de humor, se estrenó anoche y se representará hasta el próximo 12 de agosto. Para ello, ha revisado los poemas épicos desde la perspectiva del prestigioso filólogo Carlos García Gual, uno de los grandes traductores de los textos helénicos, y siempre a través de su gran espejo de inspiración, el de su adorado Darío Fo.

El ritmo de la música en vivo, con la irrupción de instrumentos tradicionales manejados con mucha eficacia, el constante juego de luces y la decoración, que se desarrolla en mayor medida en la parte arenosa junto a la orchestra, con una hermosa y sencilla configuración del mar, completan una pieza basada mucho más en la actividad muñidora de la diosa Palas Atenea que en las peripecias guerreras de Ulises. En cualquier caso, El Brujo no interpreta a ninguno de los grandes personajes principales de la epopeya, sino que asume el papel de los aedas, los primeros narradores juglares de la historia, aunque en las noches emeritenses hablen con chascarrillos incluso de Ferran Adrià o Spielberg. 

Tampoco falta el símil futbolístico: «La Guerra de Troya era como la actual Champions, adonde acudían todas las tribus a pelear y luego se contaban sus hazañas, que son equiparables a las que se cuentan ahora por los comentaristas deportivos convirtiendo a los futbolistas en los grandes héroes de nuestro tiempo». 

La crisis económica y de valores también están presentes en la obra: «Con los enormes casos de corrupción, se está desvelando el deterioro institucional y del sistema de referencia en el que vivimos, y eso supone una lectura positiva porque está implicando una maduración social, como cuando los niños dejan de creer en los Reyes Magos -y no va con segundas- y se produce un desencanto». 
El Brujo asume que «no es fácil trabajar en Mérida, porque hay numerosas ofertas y muchos aspirantes, y en estos últimos tiempos se han tenido que ir salvando dificultades, así que desde que Jesús Cimarro se hizo responsable de la dirección, he trabajado intensamente porque he esperado mucho tiempo para obtener esta oportunidad».

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