El cariño a los animales es lo que más alimenta

Todo empezó con un grupo de familias preocupadas por una alimentación más sana. Eran los tiempos de Tierno Galván, cuando los patos volvieron al Manzanares y en la Casa de Campo echó raíces Biocultura. 

Al cabo de 23 años, la feria que arrancó como alternativa se ha convertido casi en un fenómeno de masas, con más de 125.000 visitantes surcando el Pabellón de Cristal. 

Ángeles Parra supervisa el cotarro con el puntillo de una directora de orquesta y la chispa de una intérprete que quiere tocarlo todo, consciente del frágil equilibrio entre la conciencia ecológica y la marea comercial...

Pregunta.- ¿Por qué el español sólo gasta ocho euros al año en productos ecológicos?

Estamos a la par de algunos países del Este, Rumania, Polonia o Bulgaria, que se dedican principalmente a exportar su producción. La media europea es de 30 euros, y los suizos se gastan 110 euros.

Pero parece que este año ha ido incluso a la baja. ¿De quién es la culpa?

En este consumo existe también un fenómeno de modas, y sabemos que éstas son pasajeras, que tienen altos y bajos y quizás estamos registrando ahora uno de esos bajones... Pero es una lástima que las Administraciones públicas no apuesten por apoyar este tipo de producción y hacer buenas campañas para la difusión y el conocimiento de estos productos, como ocurre en Alemania, Dinamarca, Holanda e incluso Italia. En España estamos todavía en pañales. Somos el noveno país del mundo en superficie de cultivo, pero los productos biológicos no llegan ni al 2% del consumo total en alimentación.

No negará que la diferencia de precios entre productos convencionales y biológicos es a veces decisiva...

Es verdad que hay productos biológicos que son un 20% más caros, pero es que en los convencionales no están incluidos los costes medioambientales y sanitarios que crean los pesticidas y los aditivos. ¿Cómo se puede comparar un pan biológico, artesano, de levadura madre con una baguette congelada, horneada y vendida en una gasolinera? ¿Importa ese 20% de más al público? Supongo que sí. Si las hipotecas no estuvieran tan altas, la gente gastaría más en comida sana. La economía del tocho y la usura de los bancos tienen la culpa de muchas cosas.

Biocultura empezó con la vitola de feria alternativa, pero hay gente que piensa que se ha vuelto excesivamente comercial...

Vamos a hablar en plata. Biocultura es una feria comercial. La gente va y compra. Y los expositores venden. Pero sigamos hablando claramente: Biocultura es muchísimo más que una feria. Puedo decir que el comercio que se hace allí es honrado y lícito, y eso es algo muy difícil de encontrar ya. La inmensa mayoría de los 700 expositores son pequeños productores, que venden productos sin pesticidas, sin trasgénicos...

Perdone la intromisión. ¿Come carne?

Particularmente, soy vegetariana. En casa, sólo mi marido y nuestra hija mayor comen proteína animal, muy de vez en cuando. Creo que la dieta basada en la proteína animal crea muchos problemas de salud: más cánceres, agresividad, problemas degenerativos, disrupciones hormonales... Y conducen también a gravísimos problemas de tipo ambiental: se gasta demasiada energía y demasiada superficie para producir piensos para el ganado que se consume en el Primer Mundo, en vez de saciar el hambre de los países empobrecidos. Una dieta ética es básicamente una dieta orgánica, local, de temporada, sencilla y humilde... Y si sientas a un pobre en tu mesa, eso sí que es lo más ecológico y bendito que hay.

¿Hasta que punto consigue llevar a la práctica su ideario de vida?

En casa, además del productos ecológicos, de un consumo limitado, de una vida lo más serena y sencilla posible, procuramos que no falten nunca el amor y el cariño... El cariño nutre, alimenta. La Tierra necesita del cariño humano. Como explica el gran maestro Hossein Nasr, la naturaleza también necesita del alimento espiritual del hombre. Ahora mismo, desde la Asociación Vida Sana lo que nos interesa es la ecología profunda, la ecología espiritual... Quiero pensar que la mayoría de los agricultores bio, además de trabajar sin químicos ni trasgénicos, ponen un poco de cariño y compasión en su trabajo. Y es por eso por lo que prefiero consumir productos biológicos, que además nos ayudan a combatir la crisis climática.

¿Y el cambio climático no está generando quizás demasiado oportunismo?

Las crisis medioambientales, las catástrofes y las guerras son negocio para aquellos que especulan incluso con la propia vida. No quiero pensar que el futuro del planeta dependa de esas personas y de esas corporaciones. Los más grandes son también los más vulnerables... En cualquier caso, lo que cuenta es la intención. Los que hagan las cosas con amor y sinceridad recibirán una cosa. Y quienes hagan comercio con el clima, pues obtendrán otra cosa...

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