Necesitamos la naturaleza para sentirnos sanos
De árbol en árbol para volver al pasado, rendir tributo a la naturaleza e inmiscuirnos en ella, tantear nuestros límites físicos y, sobre todo, darnos a la aventura sin llegar a la adrenalina de los deportes extremos.
En plena sierra de Guadarrama, rodeado de algunas de las cumbres más altas y significativas de la región, se acaba de abrir un nuevo parque de aventura instalado íntegramente en las copas de los pinos, una de las especies botánicas más frecuentes entre la rica flora de Navacerrada, localidad donde se ubica la instalación.
Junto al río de idéntico nombre se erige entre las ramas de los pinos un maremágnum de gruesos cables, redes, plataformas de madera, cuerdas y todo tipo de artilugios que forman los 64 juegos o pruebas del recinto De Pino a Pino, como se llama el parque. Entre las actividades destacan una enorme tirolina (cable tensado que une dos puntos a distinta altura, por el que los participantes se deslizan) de 164 metros de longitud y un salto con cuerda a 12 metros de altura, conocida como la prueba de Tarzán. A estos obstáculos se suman varias redes, puentes oscilantes, balancines, vigas y plataformas colgantes, muros de escalada y todo lo imaginable; retos que, en ocasiones, sobre todo en los saltos, se acercan a sensaciones de deportes extremos, pero con menor riesgo que en estos últimos.
De Pino a Pino, que tiene otro parque en Navafría (el más grande de este tipo en España), es un buen lugar para hacer algo de ejercicio físico, divertirse y pasar un día en familia o con los amigos, alejado del bullicio de la ciudad (eso sí, hay que llevarse comida de casa, porque allí no se dispensa avituallamiento de ningún tipo).
En él se realizan lo mismo despedidas de solteros que excursiones de colegios o actividades de empresa, para evaluar la capacidad lógica, de superación y de trabajo en equipo de los empleados (en este último caso, el recinto se adecua para ofrecer pruebas que faciliten la evaluación competitiva). Los juegos del recinto se dividen en cuatro recorridos de creciente dificultad, en total más de dos horas de técnica manual, equilibrio arbóreo y aprendizaje del uso del material básico para desplazarse en la naturaleza (el mismo que se emplea en otros deportes como escalada, puenting o rappel, en los que es preciso trepar, saltar o deslizarse entre la naturaleza): arneses, mosquetones y poleas (guantes, opcional).
Para favorecer la autonomía y evitar posibles, aunque muy poco probables desgracias (la seguridad es máxima), un equipo de expertos monitores se encargan de la formación del cliente al inicio de la sesión, así como de la supervisión, tutelaje y labores de ayuda a los participantes en caso de que un paso en falso les dejara colgados del arnés u otra circunstancia hiciera necesario su rescate.
No obstante, la moderada dificultad del recorrido y las mencionadas medidas de seguridad (antes de montar el parque se realizó un estudio de resistencia y condiciones de los árboles; hay partes de los pinos acolchadas, para evitar golpes) hacen que casi todo el mundo pueda finalizar el recorrido sin más que cierto sofoco, algo de cansancio físico y los miedos propios del mal de altura, para quien lo tenga (ésta va en proporción a la dificultad del recorrido).
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