El lujo de la bisutería

Coco Chanel dijo un día que muy pocas mujeres saben no lleva joyas... Joyas y perfumes son, desde el inicio de la civilización, indiscutibles envoltorios de la esencia de la seducción. El efecto mágico de los brillos de las gemas y los metales ejerce una fasciación que en otros tiempos les otorgaba poderes misteriosos.

La decoración y el ornamento del cuerpo son un valor universal, tan antigüo como las primeras dinastías egipcias, y su origen emblemático de riqueza y casta permanece en los tiempos modernos prácticamente inalterado. Salvo que en este siglo XX, escenario indiscutible de todo tipo de revoluciones, una señora excepcional, dedicada al lujo, a la belleza y a la moda, se somete al embrujo de las piedras de los Médicis y la orfebrería fastuosa de Bizancio. Es Gabrielle (Coco) Chanel, incansable y genial intuitiva que, entre las dos grandes guerras, se opone furibunda a la arrogancia y ostentación de su época, creando las primeras piezas de joyas falsas. «Los más diversos medios son legítimos, en mi profesión, con tal de que sean empleados en el auténtico sentido de la moda.

La razón que me ha empujado a imaginar joyas falsas, es de la encontrarlas desprovistas de arrogancia, en una época de fasto demasiado fácil...», diría Mll. Chanel poco tiempo después de abrir su taller de bisutería, en 1924. Desde entonces, las perlas y las piedras semipreciosas de Bohemia engarzadas en monturas doradas, ostentosas y barrocas, entran a formar parte del mundo del accesorio, hecho para adornar el traje, con lujo y diversión. Pues la ostentación de la bisutería es obvia, y su valor, estético. Es, en cierto modo, el triunfo de la Moda -encarnado entonces en Mll. Chanel- sobre la Arrogancia.

El furor que causó tal lanzamiento provocó un rápido desmembramiento de la bisutería como accesorio exclusivo de un traje, convirtiéndola en un oficio y una industria originales y con vida propia. Aunque en las esferas del lujo, además de Chanel, grandes modistos como Yves Saint Laurent, Dior y Christian Lacroix siguen creando sus propias «joyas», como ornamento fastuoso de sus colecciones. La bisutería es elegante en la medida en que se sabe llevar: con generosidad, obviando lo que ya es obvio, y en la confianza de que cumple con su efímera misión ornamental. Pues efímera es la esencia del abalorio... y efímera es la Navidad, la fiesta de los adornos y los regalos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Televisión LED de 19 pulgadas, OKI, a 115€ en Carrefour online

Alan Turing el matemático maricón incomprendido

¿Puedes decir si un niño miente?

Me han salido los tres hijos autistas

Porque no hay ciclistas negros

Estos murales inmersivos que brillan en la oscuridad son para observar las estrellas en interiores

Recomendaciones útiles para el ahorro de luz

Leticia Sabater la bizca que no dejó nunca de ser niña

Como torturaban los vikingos, Águila de sangre

¿Qué prefieres en la calle, baños o farolas?