El fenómeno de las masas
Lo que más impresiona del fenómeno de huida política al que asistimos en estos días es que se trata de un fenómeno de masas, totalmente distinto de otras huidas masivas como las que siguen a una invasión por el enemigo, que son inevitablemente precipitadas y desordenadas. Es memorable, para quienes pertenecen a mi generación, la huida de los parisinos cuando se aproximaba el ejército alemán.

La novedad de esta huida, que es un aspecto no poco importante del desorden que está transformando el universo soviético, consiste en ser de masas, como suelen serlo las huidas provocadas por acontecimientos externos que surgen de improviso, y a la vez libre, como lo son las huidas individuales.
Un fenómeno nuevo, sino fuera porque la historia nos habla de una «salida», del «éxodo» de un pueblo entero hacia la tierra prometida, que tantas veces se ha tomado como ejemplo de un movimiento de liberación. Con algunas diferencias de circunstancias y tiempos, pues el largo caminar por el desierto se convierte en un breve y no del todo incómodo viaje en tren, pero, en definitiva, se tiene la misma esperanza de encontrar al final, más allá de «la leche y la miel», y con algunas ventajas añadidas, también la libertad.
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