Los albañiles se suben borrachos al andamio

Los policías -del detective más afamado al último de los patrulleros- de las teleseries americanas de la niñez siempre rechazaban la copa que se les ofrecía porque estaban de servicio. Luego, todos nosotros nos convertimos en policías de servicio de nuestras carreteras con aquellas campañas machaconas de la DGT: «Si bebes, no conduzcas» o «Al volante, ni una gota de alcohol». Pero aun escarbando en los recovecos de la memoria, no recuerdo nada parecido para los albañiles del tipo «Si bebes, no te subas» o «En el andamio, ni una gota de alcohol». Lo más antiguo que sale es aquel «Estar prevenidos no es suficiente, pasemos a la acción» con que se conminaba a los albañiles a... ponerse el casco.

El consumo de drogas legales o ilegales en el tajo sigue siendo el gran tabú. Bueno, no pueden hablar los demás, en especial, la patronal de la construcción a cuyo presidente, Miguel Rus, se le han echado encima por recordar que los sindicatos se muestran remisos a incorporar tests de alcoholemia y estupefacientes en la negociación del convenio.

Ayer, en el primer día de huelga en la construcción para conseguir la jornada intensiva durante tres meses, el portavoz de la Junta le afeó su conducta por cuanto se puede interpretar de sus palabras que vincula siniestralidad laboral con «conductas inapropiadas»; el secretario provincial de UGT «condenó» sus palabras porque es «una barbaridad» mezclar las reivindicaciones de los sindicatos con el consumo de «droga y alcohol» en los centros de trabajo, «lo que nos parece un error profundo por parte de la patronal sevillana»; y el secretario de la Federación de la Construcción de CCOO tiró por elevación al tildar de «indignante, una irresponsabilidad y una pasada al haberse puesto de borrachos y drogatas» a los obreros, cuando «no es verdad», además de que están abiertos a hablar de ello «siempre que, como ahora, no se plantee sólo para medidas represivas».

Convendría, antes que nada, saber de qué estamos hablando: si de carajillos bien cargados para desayunar, si de petas de marihuana, si de litronas de cerveza a media mañana o si de cocaína esnifada la noche anterior. Y hablarlo sin tapujos, con datos encima de la mesa en vez de la suposición de que no todos suben al andamio en plenitud de facultades físicas. Un estudio de UGT a partir de datos de 2006 reveló que el 27,1% de los albañiles reconocía haber trabajado alguna vez bajo los efectos del cannabis y un 10%, haberse subido al andamio o haber operado maquinaria tras la ingesta de alcohol. La secretaria de Igualdad e Inmigración de este sindicato tachó entonces de «escandaloso» el incremento del consumo de esta droga, por cuanto diez años antes, sólo declaraban haber fumado sustancias prohibidas el 7,8% de los trabajadores.

¿De eso hablamos? Pues dígase abiertamente, póngase los datos sobre la mesa, actúese con el mismo celo con que se persigue la conducción de vehículos de motor bajo el efecto del alcohol y las drogas y trátese a los adictos como enfermos que precisan deshabituación, pero no se consienta ni un día más que pongan en riesgo su vida o la de sus compañeros.

Y ahora sigan ustedes sindicalistas con su huelga y los patrones con sus lamentos para que los salvemos de la crisis, pero hagan algo para bajar alcohol y droga de los andamios.

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