El poeta de la Primavera de Praga.

Aunque a muchos les resulte más cómodo guardarlo en una vitrina, como reliquia cubierta de polvo e ilustrativa de la Revolución de Terciopelo, Ivan Martin Jirous, escritor bajo el pseudónimo Magor, siguió ejerciendo la poesía con carácter subversivo hasta su muerte el pasado 30 de octubre. Sus versos servían de corrosivo en las conciencias actuales contra el turismo sexual, la flojera moral del Estado del Bienestar e incluso las hipocresías de la crisis de la deuda europea, en canciones como la titulada Muerte en la Acrópolis, de su banda de rock-volk The Plastic People of the Universe.

En 1973, cuando fue detenido por primera vez por la policía del régimen comunista checoslovaco, Jirous lucía una larga melena rubia que atentaba contra la estética unitaria dominante en la vida pública de su país, pero últimamente llevaba el pelo corto porque «ahora que no sirve para protestar, se ha convertido solamente en una incomodidad», dijo en una entrevista. Durante sus sucesivas estancias en prisión desarrolló una técnica personal para memorizar letras y composiciones, además de poesías. En la cárcel no se le permitía escribir, por lo que continuaba con su creación literaria y musical de memoria, de forma que cuando era liberado hacía transcribir el nuevo material, lo publicaba y volvía a ser detenido por ello en una rueda sin fin que no cesó de girar hasta la caída del régimen.

En los últimos tiempos se había distanciado del ex presidente checo Václav Havel, que sin embargo ha reconocido que «durante muchos años fue un buen amigo al que debemos mucho y cuya influencia en los movimientos ciudadanos de nuestro país ha sido muy importante y meritoria». Hubo un tiempo en el que, efectivamente, Havel y Magor cantaban juntos canciones como Los bolcheviques son calvos, pero después el poeta se desvinculó del camino de la «corrección que coarta la libertad», según sus propias palabras, y el político subía ya a las altas esferas europeas.

Magor se mantuvo siempre en la esfera iconoclasta y en la actitud de protesta, pero su personaje de los años 70 y 80, que garantizaba incidentes en cada entrevista a la que acudía, se fue limando con el tiempo y su ámbito de subversión se refugió progresivamente en el plano intelectual. Con la misma dureza con la que juzgó al comunismo criticó también las imperfecciones del sistema democrático, cantando a una libertad integral que, sin embargo, él mismo perdió en la batalla de sus propias dependencias. «Desde que los médicos me han prohibido beber, ya no escribo», reconoció ante amigos en una de las últimas fiestas a la que acudió.

La úlcera de estómago que le privó de su fuente de inspiración en los últimos años terminó, finalmente, con su eterna juventud ideológica, basada en una constante provocación y desapego al compromiso y que una vez resumió con la frase «yo sólo acudo a las batallas que ya están perdidas».

Su hija Michaela recuerda ahora el desconcierto en que se sumió el poeta cuando fue galardonado con el premio literario Jaroslav Seifert, porque «se alegraba y se sentía agradecido, a pesar de que sospechaba que debía rechazarlo, para mantener una coherente actitud de protesta».

Uno de sus editores musicales, Vladimir Drápal, propietario de Guerrilla Records, rememora la borrachera que dio lugar a su primera detención, que a su vez movería a los miembros del movimiento Carta 77 a iniciar una serie de protestas anticomunistas que desembocaron en la Revolución de Terciopelo. Drápal asegura que «sin personas como él, la libertad no habría visto la luz en este país».

Ivan Martin Jirous, poeta, nació el 23 de septiembre de 1944 en Humpolec (República Checa) y murió el 10 de noviembre de 2011 en Praga.

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