Porque no hay ciclistas negros

Una mirada al pelotón y queda bien claro.En el Tour hay mucha piel morena, curtida por el sol, pero ningún corredor que no sea blanco. ¿Porque no hay ciclistas negros? 

Es la pregunta que se hacía un diario francés, extrañado por el dato de que en las escuelas de ciclismo de su país, el 70% de sus integrantes son chavales de piel oscura, aunque la cifra baja al 25% en juveniles y a cero en profesionales.

En el Tour sólo hay un corredor «distinto». Es hijo de inmigrantes argelinos. Said Haddou corre en el Boygues Telecom, tiene 24 años y ha vivido siempre en Francia. Otros dos corredores -Malik Thiam, de Senegal, y Eugène Okossoue, de Costa de Marfil, están en la recámara del Française del Jeux. Pero no hay más para elegir.En el equipo de Bernadeau también está Thomas Voeckler, nacido en la isla de Guadalupe.

Como Haddou, otro argelino corrió cuatro veces el Tour en los años cuarenta y cincuenta. Abdelkader Zaak se hizo muy popular.sobre todo después de un equívoco en Carpentras, cuando sufrió un desvanecimiento a causa del calor y trataron de reanimarlo tirándole encima el contenido de una botella de vino. Los que se acercaron a él pensaron que Zaak, musulmán practicante, se había emborrachado. Más aún cuando, desconcertado por la caída, quiso montar en la bicicleta y cogió el camino contrario a la carrera.

El Tour es para blancos. Eso dicen las estadísticas. Además, los europeos copan las plazas disponibles, y los españoles son mayoría. En la presente edición estaban inscritos en Londres 174 europeos (entre los que se incluyen cuatro kazajos, teóricamente asiáticos), seis norteamericanos, un sudamericano, siete representantes de Oceanía y un africano.

Entre los europeos hay 41 españoles, 36 franceses, 19 alemanes, 18 italianos y 13 belgas. Mayoría absoluta.

Es más, entre los equipos participantes en el Tour hay uno surafricano, el Barloworld, que cuenta con un solo corredor de su país, Robert Hunter, ex compañero de Floyd Landis en el Phonak.

El ciclismo de elite fue en principio, un feudo de franceses, italianos y belgas. Más tarde llegaron los españoles y los holandeses y los ciclistas del resto de paises de Europa. Después se incorporaron los corredores americanos. Del sur (colombianos) y del norte (estadounidenses y canadienses). Finalmente, llegaron los australianos.Todos se han quedado.

Falta el ciclismo africano. ¿Llegará? Gerard Guillaume, médico del FDJ, destierra viejos clichés: «Se decía que el cuerpo de los deportistas negros no se adaptaba al ciclismo, pero eso está obsoleto. Será más bien porque en África no hay carreteras en condiciones, ni carreras adecuadas, salvo unas pocas». 

Está el Tour de Burkina Fasso, la carrera más importante del continente, patrocinada por el Tour. No es casualidad que los mejores ciclistas africanos sean burkineses. Uno de ellos, Hamado Pafadnam, llegó a España. Fue a raíz de un reportaje televisivo en el que Hamado, un pastor de las regiones cercanas al Sahara, que se había marchado a vivir a la capital, Ouagadougou para ser ciclista, expresó su deseo de correr en Europa.

Había ganado el Tour de su país y se integró en el equipo aficionado Café Baqué de Durango. Las carreras no le fueron bien. Su país es totalmente llano. No hay cuestas. Cuando le tocó correr por las sinuosas carreteras del País Vasco vio que aquel no era su terreno. Se quedó a vivir en Durango como auxiliar del equipo. El año pasado, en Salzburgo, los ciclistas de Burkina Faso tampoco pudieron aguantar las cuestas y salieron ese día con guantes del equipo Café Baqué.

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