Silvio Berlusconi y sus putillas

La nueva Lady Berlusconi se llama Francesca Pascale, tiene 27 años (49 menos que Il Cavaliere), es huérfana de madre y creció en una barriada popular de Nápoles llamada Fuorigrotta. Antes de que el ex tres veces primer ministro italiano le resolviera la vida, la chica trabajó en un concesionario de coches llevando el café. También participó en un cutrísimo y muy cateto programa de una televisión local de Nápoles llamado Telecafone (algo así como Telecateto): salía en biquini, junto a otras tres mozas, bailando sinuosamente y cantando: «Si te bajas las bragas sube la audiencia / si te bajas las bragas sube la audiencia». Toda una declaración de principios.

Su nombre, Silvio Berlusconi, estará siempre indisociablemente unido a las velinas, las tías buenas que mueven el culo en sus cadenas de televisión y a muchas de las cuales el ex primer ministro italiano ha convertido en diputadas o en simples mantenidas. Son decenas y decenas las chicas de Papi, como las propias interesadas llaman a ese viejo de 76 años que les paga el alquiler y les da una jugosa asignación mensual para sus gastos a cambio de que asistan a sus cenas bunga bunga. Pero sólo una de todas ellas ha conseguido llevarse el gato al agua y ser proclamada como la novia oficial de Il Cavaliere.

Pero el tesón, la paciencia y la ambición de esta groupie de Berlusconi que durante un montón de tiempo se dedicó literalmente a perseguir a su ídolo por las esquinas, finalmente encontraron recompensa. El sultán terminó fijándose en ella, sobre todo después de que en 2006, con 21 añitos, Francesca Pascale fuera la promotora de Silvio ci manchi (Silvio te echamos de menos), un ardoroso movimiento que pedía a gritos el regreso de Berlusconi al poder. Las integrantes de ese movimiento lucían camisetas (preferentemente muy pegadas) con el eslogan en cuestión sobre el pecho, y hasta llegaron a alquilar una avioneta que desplegó su mensaje por el cielo de Nápoles.

Después de aquello, la Pascale empezó a frecuentar a Berlusconi. Muchas noches se la vio acudir al lujoso Hotel Vesubio, el establecimiento de cinco estrellas en el que se aloja Il Cavaliere cuando está en Nápoles, y no salir de allí hasta la mañana siguiente. «Es que Berlusconi y yo hemos estado revisando unos carteles electorales», solía decir. Porque la chica tenía ambiciones políticas, maduradas desde que con 17 años la dejaran sin el título de miss de un concurso de belleza a causa, según ella, de una confabulación. «De ahí mi pasión por la política, por un mundo más justo», proclamaba.

En 2006 se presentó a las elecciones municipales de Nápoles, pero sólo consiguió 88 votos. Pero tres años después, con la ayuda de Papi, logró hacerse con una de las 45 sillas del consejo provincial de Nápoles. Apenas ha puesto el pie allí, pero el sueldo sí que lo cobra.

Ahora, sin embargo, Francesca Pascale parece dispuesta a sacrificar la política para convertirse en primera dama, en el improbable caso de que Berlusconi volviera al poder. En las últimas semanas ha mantenido un perfil bajo, se ha operado de los labios y los pómulos, se ha hecho algún retoque corporal y está tomando lecciones de dicción y de buenas maneras, para pulirse un poco. Desde hace un par de años vive a cuenta de Berlusconi, residiendo en sus casas. Pero ahora, finalmente, ha logrado el título de Novia oficial de Il Cavaliere, que no sólo ya se deja ver públicamente con ella paseando del brazo sino que el domingo pasado incluso cenó con ella y con su primogénita, la muy dura de pelar Marina. La Pascale lo ha conseguido.

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