La choni Sonia Castedo jefa de Seguridad nuclear

La ilustrísima señora Castedo Ramos ha recomendado ser imputada por el Juez Manrique Tejada. Lo que no sabíamos es que doña Sonia voz de rayo de luna llena (Sabina 1990) es miembro de la comisión de seguridad nuclear de las Cortes Valencianas. Doña Sonia declina la asistencia a las reuniones de dicha comisión, e incluso a la visita a la central nuclear de Cofrentes, pero cobra 584 euros mensuales por pertenecer a ella sin que el presidente, Antonio Peral, antaño director general de la fundación OSVI, le haya afeado los novillos.

Ángel Luna renunció, alcalde electo de Alicante, allá por 1991, a su sueldo. «Renuncio para no ser una carga al Ayuntamiento que presido». En la bancada de la oposición se le respondió: «Sr. Luna, usted no renuncia a nada; la ley le obliga a elegir un sueldo entre ambos dos y usted elige el más sustancioso, que es el sueldo que le corresponde como miembro del Congreso de los Diputados». Quien así tronaba era Pedro Romero Ponce. La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida (Rubén Blades 1982).

Ahora doña Choni hace suyas las palabras de Ángel Luna y renuncia al sueldo de alcaldesa, pero, ¡Ay! Sonia no renuncia a las comisiones. ¡Perdón! Me refiero a las comisiones de las Cortes, y la tenemos en la Seguridad Nuclear. ¡Válgame Dios! El 19 de junio; también es mala leche, Toño, la convocaron a una visita a la Central de Cofrentes y Sonia, la divina, no acudió, so pena de perderse el primer día de las mascletàs. Nobleza obliga, querida, y como socióloga que eres, igual que Pajín, y con problemas para aprobar la estadística, deberías haber asistido al evento, al de Cofrentes me refiero, con el fin de mejorar tus conocimientos en dicha disciplina, ya que los procesos nucleares se rigen por la «termodinámica estadística, de Bose-Einstein o de Fermi-Dirac», discúlpeme lector por la arrogancia.

Cuando nos hacemos mayores, Sonia, y tú te estás haciendo mayor a marchas forzadas (magnis itineribus, que decía Julio César), nos volvemos atrevidos, osados, vamos, como los niños que te sueltan una gracia y te sacan un ojo. Y como yo me he hecho mayor tras los sucesos que han conmovido a la Caja del Mediterráneo y el saco di Roma de todos los golfos que ayer fueron a chasquear sus huesos ante el juez Gómez Bermúdez, (¡ojo!, algunos golfos del corral no van, pero tranquilos, ya irán, me consta), te voy a dar ciertas sugerencias, porque para consejos bien remunerados ya los tienes en Aguas de Alicante, Emarasa y otros, que aparte de las dietillas y diezmos de asistencia, tienen determinadas deferencias. ¿Verdad Sonia que las angulas de Navidad venían por ahí, o venían de otro sitio? Qué lujo Choni, en la Urba con un kilo de angulas para la cena de Nochebuena, acompañadas con la hortera del Dom Perignon, yo hubiese elegido un Louis Roederer Cristal, pero bueno.

Bien volvamos al tema, las sugerencias. Te recomiendo que tires el teléfono móvil al inodoro, verás que tranquila vives. No se te ocurra hablar por teléfono público pues siempre habrá un fotógrafo que te levante la falda como a Rafael Blasco Castañ; olvídate de los cantos de sirena de entrevistas exclusivas, te recuerdo las exclusivas de López Abad, Modesto Crespo, Gisbert, Román Bono, Romá Riera y demás familia. Todas a golpe de talonario y al final, ¡si te he visto no me acuerdo! Recuerda la frase de John Lennon: «La felicidad es un arma templada» (Happiness is a warm gun 1970). Cuando quieras te amplío el tema con información «sensible».

¿Te acuerdas cuando eras palmera de Paquito Camps? ¿Volverías la moviola atrás y actuarías de la misma forma? Sonia, querida Sonia, me duele tu contrición. Vete a casa, a cuidar a tu niña, olvídate de todo el «coro de los grillos que cantan a la luna» y párate a distinguir las voces de los ecos y escucha solamente entre las voces, una.