Semanas de pasión

El título de este artículo nace del producto de una sencilla multiplicación. Han sido diez años diez (2001-2010), de paseo de la mano por la geografía andaluza, aunque con paradas más especiales en algunas comarcas, y por despachos múltiples de sindicatos, consultoras, aseguradoras, abogados y antedespachos de la Administración, en los que los ERE fraudulentos (la mayoría legales y necesarios) iban unas veces solos y otras ungidos a las ayudas a empresas en crisis (partida 31.L), conocidas como «fondo de reptiles» (En su casi totalidad, irregulares cuanto menos).

Cincuenta y dos semanas por año de procesiones de meritorios por delante de las narices y por debajo de la pluma o bolígrafo a la hora de firmar documentos pertenecientes a los altos cargos de la Administración andaluza da para enterarse de lo que está pasando hasta al monaguillo de las concelebraciones. Máxime cuando salían a tomar una copa o un gin-tonic al bar de la esquina a recibir la comisión o veían engordar sus cuentas corrientes, como relata la juez correspondiente en uno de los muchos autos que van viendo la luz. Máxime cuando hasta el sacristán les decía a los párrocos, hasta quince veces, que alguien se bebía y mermaba el vino de consagrar o rapiñaba de los cepillos de las colectas para obras de caridad.

Y en esto, volvió la juez Alaya. Durante su ausencia y continuadas solicitudes de baja, el Parlamento andaluz, a contrapié, hizo una comisión de investigación que no sirvió para nada, como se está viendo, aunque para ser más precisos sirvió para hacer el ridículo. Los que insultaban a la juez con anterioridad pusieron cara compungida y expresaron sus votos por la pronta recuperación para que pudiera concluir el trabajo judicial, convencidos de que, tras la comisión, el asunto entraba en vía muerta. Lejos de ello, los registros, las declaraciones y los ingresos en prisión de los últimos días no son más que el inicio de la ordenación del puzzle. Me alegro por la democracia y la justicia.

Curiosamente, tras la primera andanada, medios de comunicación reconocidos como serios, blogueros del régimen y columnistas de ocasión, y no por casualidad (los que leímos a Freud de pequeños aprendimos que la casualidad no existe ni en la vida pública ni en la personal), plantearon una línea argumental basada en cuatro argumentos: 1) No es tan grande la cantidad defraudada. Sólo se trata de 136 millones de euros. «Un puñado», intitula otro. 2) Por fin se va en la línea correcta, y se está señalando y deteniendo a los auténticos responsables. No es el fondo de reptiles, sino los «reptiles del fondo», dice otro graciosamente, antes de apurar la copa. 3) La juez Alaya está tomando decisiones precipitadas, pues ha abusado de las 72 horas de detención. Al mismo tiempo le piden prisa por otro lado, «no vaya a ser que los delitos prescriban» al no haber tomado todas las garantías jurídicas. 4) La Junta tilda de «conjetura» los pagos de la trama ERE a más altos cargos (según el diccionario de la lengua española, conjetura significa: juicio u opinión que se deduce de indicios, sospechas o síntomas). El portavoz del Gobierno dice que el ex consejero de Empleo José Antonio Viera no está todavía imputado. La construcción de la frase canta por sí misma.

Veamos por partes. Los que ahora dicen que «sólo» son 136 millones de euros, hace un año hablaban de «sólo» una docena de intrusos y entre apenas 7 o 9 millones de euros. No hay que olvidar que los varios cientos de millones de euros de ayudas o donaciones en el fondo de reptiles son, en su totalidad, cuanto menos, irregulares, pues fueron dados sin publicidad, sin concurrencia y sin control, independientemente de que se utilizaran para realizar el fin para el que fueron pedidos, no lo hicieran, o lo utilizaran para otras mercaderías (cocaína, fiestas, viajes...). Las opiniones sobre la corrección de la línea hasta ahora llevada por la juez Alaya, espero oírlas cuando siga subiendo el listón. Que lo subirá. Sobre la vindicación del Acta del Habeas Corpus, doctores tiene la iglesia y si no ya habrá asesores palaciegos para escrutar en las detenciones.

Por último, el artículo 98.1 de la Ley 5/1983 de 19 de julio, de la Hacienda Publica de Andalucía, vigente en el periodo 2001-2010, a pesar de las numerosas modificaciones puntuales en las Leyes de Acompañamiento Presupuestario, pero que sigue manteniendo el mismo tenor en el artículo 108 del Texto Refundido de la Ley General de la Hacienda Pública Andaluza (Ley 1/2010), dice: «Las autoridades, funcionarios y el personal de cualquier orden al servicio de la Administración de la Junta de Andalucía, sus organismos, instituciones y empresas que, por dolo, culpa o negligencia graves, ocasionen menoscabos en los fondos públicos a consecuencia de acciones u omisiones contrarias a las disposiciones de esta ley o de las leyes reguladoras del régimen presupuestario... La responsabilidad de quienes hayan participado en la resolución o en el acto será mancomunada, excepto en los casos de dolo, que será solidaria».

[Zico y Paca, mis perros, me han dictado la ley. Zico, al verme pensativo, me pregunta: «¿Qué te pasa? ¿No hemos terminado el artículo? Deja ya descansar tu cabeza». «Estoy triste», le respondo. Bella se ha enfadado conmigo y se ha ido al pueblo. «¿La echas mucho de menos?», me dice. «La quiero una jartá, y me hace mucha falta», le confieso. Paca, celosa, se entromete: «¿La quieres más que a mí?». «Yo os quiero mucho a Zico y a ti, pero este amor es distinto», le digo. «Ya salió el viejo político con el arte de los matices», refunfuña].

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